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sábado, 21 de noviembre de 2009

HISTORIAS DEL BAR EL PUENTE II : XUXÚ

La verdad que no me gusta escuchar la vida privada de las personas que no conozco y puedo asegurar que la biografía de una persona me parece menos interesante que escuchar una ópera en alemán.
En las relaciones personales creo que soy muy sibarita, mi nariz me dice que las personas más interesantes no son necesariamente aquellas que gozan de prestigio social, salen fotografiadas en los periódicos o tienen en el portal una reluciente placa de bronce en la que se mezclan con absoluto descaro su profesión de abogado y la película de su soberbia y tontería.
En mi relación con las mujeres, siempre le di más importancia a sus ojos que a su documentación, no me interesa su ocupación profesional, sus estudios o su genealogía, me dicen menos de ellos que su manera de fumar, su aplomo o sus sueños. Me gusta escuchar y participo y disfruto en las conversaciones sólo cuando estoy seguro de haber elegido bien la compañía, en esta ocasión lo siento pero me han defraudado, no me gustan las pseudo-pijas, no se me levanta solo de pensar en ello.
Las vidas de las personas sin fisuras me aburren tanto como los coches con cambio manual. También recelo del tipo que se presenta a si mismo como "un hombre de una sola pieza", entre otras razones, porque de una sola pieza son también los dictadores, los idiotas, las lápidas de los sepulcros y los ladrillos.
Estoy convencido de que la verdad no deja de ser una simple interpretación muy personal de los hechos, y me digo: mi verdad puede ser mi mentira, y esa mentira puede ser la verdad de los que me rodean, por eso miento sin una sombra  de remordimiento, sin sentirme alterado o preocupado, con toda la intención que acarrea la mentira, y por eso a nadie le puedo contar mi vida, y por eso me aburren la vida de los que me rodean y no me dicen nada, soy consciente pero ese no es mi problema ni me preocupa, ni seguramente a ellos tampoco.
La poeta tabernaria no me dice nada, se fuma la vida como un porro, y la recorre por ríos de zumos de cebada, mi interés por ella se difumina como el humo de mi pipa. Me aburre, ha sido una gran decepción, incluso creo que me dice más cosas su perra. Me ha llegado al alma que me diga que ella no lee poesía simplona (sin leerla, me consuela que a Cervantes nadie le leyó el Quijote en vida, ni que Pessoa publicara un solo poema en su vida, pero seguro que si en una de sus veladas dándole al aguardiente sin parar, si ella se le acercara, le diría que sus poemas eran muy malos, por supesto sin leeerlos) , pues ella es poeta sin obra conocida, con mayúsculas,  y seguro que lo piensa de verdad, su verdad, su mundo, su tontería...al final mi decepción. Seguro que sus pretendientes no van con ella a la cama a un acto poético, ¡coño, van a follar!.  Es mejor estar callado y parecer listo que hablar y desvelar la verdad. Mi última pipa lo mejor, pero con un cierto picor cerebral…y muchas dudas, muchas, muchísimas...el ron Barceló añejo con hielo y su punto de limón natural me consuelan. Manuel, un nuevo amigo pipero, con su rollo sobre Michel Foucault explicándome su trabajo sobre el poder, y las relaciones entre poder, conocimiento y discurso, me ha desbordado. Y a lo mejor lo ha pagado Xuxú. Pero la historia de Manuel es otra, si sigue viniendo los viernes al bar El Puente.




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